El encanto de una Rosa
Faltó poco para que la profesora de Historia y Marxismo-Leninismo de esta Universidad, deslizara sus pies por la tierra sudafricana donde tantos cubanos probaron sus ideales.
Fue un hecho. Angola no pudo conocer el encanto de Rosa de la Caridad George Guerra. Quizás por azar los hambrientos de instrucción que pululaban en esa nación, se lo perdieron.
Y es que el embarazo de la oriunda del poblado de Ovas en la provincia de Pinar del Río, dio un vuelco a todo. En lo adelante se desvelaría por los pasos de su hija, diagnosticada con leucemia en esta institución.
En enero de 2004 llegó acá Caridad George. Desde entonces derramó su afecto por su retoño, el PCC, la docencia, la amistad, la Universidad.
Durante sus muchos años en el aula esta maestra de generaciones de estudiantes desprende una sensibilidad y alegría tan singular que deja con la boca abierta a cuantos interactúan con ella.
Tanta simpatía y jovialidad no creo resulten accidentales. La profesional que se inclinó desde joven a la carrera técnica forestal, despierta eso en sus pupilos y compañeros. Y es que el corazón de Rosa se eleva ante los ojos sedientos de sus discípulos. Parece como una roca, que, aunque el torrencial golpee con ímpetu sus anhelos, no logra moverlos.
Con solo apreciar una de las clases de la licenciada de Historia y Ciencias Sociales del Pedagógico Rafael María Mendive en la década de los años ochenta, se desea profundizar más. Lo saben sus alumnos.
A cada instante la tenacidad de Rosa dispara el ejemplo de Greisy Gálvez George y viceversa. Como el retumbar del cañonazo de las nueve en La Habana, llega a esta escuela la imagen de la egresada de la primera promoción de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI) y de la profesora que brilló también en el escenario artístico y deportivo como una aficionada al canto y a las carreras de maratón.
Parecería que los días de sombra que sacudieron a esta mujer, madre y profesional, la derribarían. Todo lo contrario. La avalancha de sinsabores cultivó a esta Rosa como el alfarero moldea la arcilla hasta que queda mejor.
Para Amiga, como la saludaban sus estudiantes de Institutos preuniversitarios en el campo - de los cuales fue fundadora al igual que de las Escuelas de Arte-, ser profesora cabe en una sola palabra.
Es vida, consigue decir Rosa. Es esa misma vida la que se perpetúa en George. La de los primeros años de la Universidad, de la Misión Milagro, del espíritu de la UCI, de la inteligencia sin límites de Fidel y sobre todo del canto de Greisy que sigue pariendo un corazón en tantas Rosas.