El 26 de Julio de 1953, luchar para crear una nueva vida
Hay fechas históricas que contienen los gérmenes de los cambios de los pueblos, ellas abren nuevas etapas. El asalto a los cuarteles "Moncada", de Santiago de Cuba, y "Céspedes", de Bayamo, bordeó una nueva época para Cuba y la América Latina. Ese día nacería una nueva generación a las luchas políticas del país, ello sería necesario para realizar un cambio profundo, una revolución social.
Fidel Castro cuando expresó en su alegato de autodefensa que José Martí era el autor intelectual de lo acontecido en los predios de la segunda fortaleza de la tiranía, estaba sintetizando en una frase, lo más avanzado del pensamiento revolucionario cubano del y con el Apóstol, estaba la vida y obra del joven revolucionario y comunista Julio Antonio Mella y el también comunista Rubén Martínez Villena y con ellos, un programa capaz de unir en la acción a todo el pueblo, de aquella necesaria "carga para matar bribones, para acabar la obra de las revoluciones", como pidió en sus versos el poeta.
Aquel día, cuando todos estuvieron listos, se le dio lectura al Manifiesto del Moncada, redactado por el joven poeta Raúl Gómez García bajo la orientación de Fidel. Gómez García leyó sus versos “Ya estamos en combate” y Fidel les dirigió a todos esta brevísima exhortación:
“Compañeros: Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante”.
Al cumplirse 30 años, en acto en Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1983 el Comandante dijo:
“En una sola cosa somos iguales al 26 de julio de 1953: la misma fe en los destinos de la patria, la misma confianza en las virtudes de nuestro pueblo, la misma seguridad en la victoria, la misma capacidad de soñar con todo aquello que serán realidades de mañana por encima de los sueños ya realizados de ayer”.
Hoy las nuevas generaciones deben conocer ¿Quiénes eran aquellos jóvenes? ¿Cuáles eran sus atributos?
Eran jóvenes trabajadores y estudiantes, lúcidos continuadores de la ética martiana, defensores del civismo y fervorosos patriotas, llevaban en sus pechos el amor por la justicia como brújula de sus credos y acciones, la defensa de la soberanía y la inclaudicable defensa de la identidad nacional y el total rechazo a la corrupción y la claudicación y sometimiento al imperio del norte.
Al celebrar el 68 aniversario de la gesta heroica del Moncada, cobra total vigencia las palabras del Comandante en la inauguración del IV Congreso del partido Comunista de Cuba, efectuada en el teatro "Heredia", Santiago de Cuba, el día 10 de octubre de 1991:
"La única que puede resolver los problemas de este país, definitivamente, a mediano o a largo plazo, es la Revolución, y eso no tiene alternativa; somos nosotros y eso no tiene alternativa, y somos nosotros con nuestro trabajo, con nuestra lucha, con nuestro esfuerzo, combatiendo todo lo que haya que combatir".
"Sabemos que hay muchas cosas que combatir, están aquí en las resoluciones que se van a debatir, por eso no tengo que mencionarlas, muchas relacionadas con la disciplina social, el cumplimiento del deber, la delincuencia, todo ese tipo de cosas. Solo nosotros podemos hallarles solución a los problemas, encontrarles solución a los problemas, … solo nosotros podemos y tenemos que ser capaces de resolverlos, manteniendo la unidad de nuestro pueblo, el orden y el espíritu de lucha. Cualquier otro camino, como la claudicación o la rendición, además de indigno, implicaría sacrificios materiales mil veces superiores. He hablado de cosas económicas; pero no he mencionado, además, que estamos aquí por nuestro valor, por nuestra decisión de luchar hasta la muerte, por la decisión de cobrarle un precio impagable a cualquier agresor".
"El imperialismo tratará de dividirnos para buscar cualquier pretexto con qué justificar sus acciones intervencionistas en nuestro país, y esa estrecha y sólida unidad les impedirá a ellos siempre el pretexto para eso. Pero en cualquier circunstancia estaremos siempre preparados para la guerra de todo el pueblo y para defender hasta el último rincón de nuestro país mientras haya un revolucionario y haya un arma con qué defenderla. Porque como decía a los estudiantes en aquella ocasión, cada hombre, cada revolucionario debe decir: Yo soy el ejército, yo soy la patria, yo soy la Revolución".
De la vigencia del ideario revolucionario, y su efecto en el pueblo, rememoró en el aniversario 50 de los asaltos:
“El Programa del Moncada se cumplió y sobrecumplió. Hace rato que vamos en pro de sueños mucho más elevados e inimaginables. Hoy se libran grandes batallas en el campo de las ideas y nos enfrentamos a problemas asociados a la situación mundial, quizás la más crítica que haya vivido la humanidad.”
“Deseo asegurarles algo parecido a lo que dije ante el tribunal espurio que me juzgó y condenó por la lucha que iniciamos hace hoy cinco décadas, pero esta vez no seré yo quien lo diga; lo afirma y augura un pueblo que llevó a cabo una Revolución profunda, trascendente e histórica, y supo defenderla: ¡Condenadme, no importa! ¡Los pueblos dirán la última palabra!”