La historia de Cuba es la de su juventud
“A nosotros nos ha correspondido el privilegio o el derecho de empezar a hacer esa Revolución, a nosotros nos ha correspondido la oportunidad de comenzar. A ustedes sí que les corresponderá el privilegio de llevarla adelante.”
Fidel Castro Ruz
Si alguien quisiera hablar de la historia de Cuba tendría ineludiblemente que contar con las gloriosas páginas de sacrificio que le ha tocado escribir a su juventud en las diferentes etapas de nuestra emancipación revolucionaria.
La formación de la conciencia comunista en nuestros jóvenes tiene como precursor a un Julio Antonio Mella que -adelantado a su tiempo quizás– supo ver en esta corriente de pensamiento la solución a los problemas de la Cuba neocolonial de los años veinte en el pasado siglo.
Aquella fue la primera organización marxista-leninista de nuestro país, y planteaba entre sus bases la continuidad histórica de la lucha por la independencia nacional preconizada por Martí.
Pocos años después fue Rubén Martínez Villena, quien se vistió de líder en la llamada Revolución del 30, que salió a las calles en protesta contra el régimen de Machado. Fue una causa por la cual Martínez Villena entregó todo, incluso su vida. También en esta misma etapa otro joven de igual temple, Antonio Guiteras, fue todo un abanderado de las ideas más progresistas de la Cuba que le tocó vivir.
Y un poco más adelante en el tiempo fue la denominada Generación del Centenario, aquella que, liderada por jóvenes de la talla de Fidel Castro y Abel Santamaría se propuso devolver al país su dignidad. Tenían como fundamento principal los ideales martianos, pero fue ese el punto de partida para luego enraizar las bases de la nueva sociedad en los fundamentos del marxismo-leninismo tras el triunfo de aquella gran gesta liberadora.
De esta generación histórica que aglutinó a los futuros líderes de nuestra última guerra de independencia nacería luego la Asociación de Jóvenes Rebeldes. En la clausura del Primer Congreso de los Jóvenes Rebeldes, fue donde se propuso -y fue aceptado por los delegados- que la organización adoptara el nombre de Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Desde entonces la UJC ha sido protagonista de las principales tareas que ha acometido el país en todas las esferas de la nueva sociedad.
El propio Fidel, aquel histórico 4 de abril de 1962, fecha en que nacía la UJC, diría:
“La Revolución que estamos haciendo nosotros no es la Revolución que nosotros queremos; la Revolución que nosotros queremos es la Revolución que van a hacer ustedes. La sociedad que nosotros vivimos no es la sociedad que nosotros queremos. La sociedad que nosotros queremos es la sociedad en que van a vivir ustedes.”
Y más adelante en este propio discurso expresó aquella histórica frase que todavía sirve de guía para caracterizar a los jóvenes que hoy forman parte de la organización:
“(...) hay que tener temple para ser un Joven Comunista, hay que tener carácter para ser un Joven Comunista, hay que tener abnegación para ser un Joven Comunista, hay que tener vocación para ser un Joven Comunista, hay que saber cumplir. Si se es estudiante, hay que ser inexorablemente buen estudiante; si se es trabajador de una fábrica, hay que ser obrero modelo en esa fábrica; hay que ser ejemplo de buen compañero, hay que ser ejemplo de sacrificio, hay que ser ejemplo de voluntad; han de ser los primeros en todo, en el trabajo, en el estudio, en los deportes, en la vida de relación con los demás compañeros.”
La UJC es hoy la organización juvenil del Partido Comunista de Cuba, y la Revolución Cubana y su principal objetivo continúa siendo la formación integral y multifacética de las nuevas generaciones.
Cuando se cumple medio siglo de creada, los jóvenes cubanos tenemos ante nosotros tal vez el mayor reto que nos ha impuesto la historia. Es precisamente, mantener todas las conquistas de las cuales somos herederos. Ser fieles seguidores de los líderes históricos de este proceso que nos tocó vivir y no claudicar jamás ante el enemigo histórico de la Revolución.
Continuar haciendo de la nuestra una sociedad más justa y equitativa. Mantenernos siempre como los principales actores de nuestra nación, fieles al legado del pasado, y construyendo desde el presente, el mismo sueño de nación que un día nos legara Martí.