Eternamente Julio, constantemente Mella
"Muero por la Revolución"… esas fueron sus últimas palabras aquel 10 de enero de 1929 cuando dejó de existir físicamente y pasó a convertirse en leyenda. Aquel joven irreverente se adelantó prácticamente a su tiempo para ser uno de los principales líderes de las fuerzas progresistas de la Cuba de ese entonces, y nos legó con su actuar uno de los capítulos más intensos de nuestra historia nacional.
Julio Antonio tenía esa aureola que acompaña siempre a los grandes hombres y sin embargo, era a la vez un joven, apasionado de los deportes, enamorado, aplicado en los estudios y de buen gusto por el vestir. Todo eso se complementaba además con el hombre de acción, activista político, inconforme siempre con la realidad histórica que le tocó vivir en su momento, razón por la cual luchó siempre, fue uno de los principales catalizadores de la revolución social del 30 y un agente de cambio en su generación.
Así era Julio, el hombre que entre sus muchos aportes nos legara la organización que todavía hoy día representa a los jóvenes universitarios cubanos. Razón más que suficiente para que varios de los continuadores de su legado decidieran recordarle durante la noche de este viernes en velada solemne.
El homenaje, efectuado en la céntrica Plaza que hoy lleva su nombre, estuvo presidido por Yosvani Montana Garrido, presidente nacional de la FEU y Joan Cabo Mijares, ideológico del Comité Nacional de la UJC, asistieron además las principales autoridades de las organizaciones políticas y de masas de la Universidad. Fueron precisamente el presidente de la FEU de nuestra Universidad, Víctor González Cardoso, y su homólogo a nivel nacional, quienes iniciaron la velada al pie de la estatua de Mella.
"Mella era un joven alegre, le gustaba vestir muy bien, cuidaba mucho de su aspecto físico, deportista, bailador, tuvo novias, compartió con sus amigos y fue un revolucionario adelantado a su época. Hay veces que tendemos a idealizar a nuestros héroes y olvidamos lo que eran, lo que hacían, a lo que se enfrentaban. Julio era también uno de esos que no le tenía miedo a las balas y su mente era un látigo, así constan sus artículos y su legado. Esto que hacemos aquí hoy es lo menos que podemos regalarle a sus ideas, es lo menos que pueda dar nuestra generación en su honra", afirmó Víctor minutos antes de que el reloj llegara a la medianoche.
Tenía solo 25 años cuando lo asesinaron, pero la última etapa de su vida fue tan intensa, que pasó por siempre a la eternidad como uno de esos personajes irrepetibles de nuestra historia.
"Muero por la Revolución"… esas fueron sus últimas palabras aquel 10 de enero de 1929, pero se me antoja que ahora está más presente que nunca, contemplando constantemente la universidad futura de la cual también hoy es parte.