Las mujeres son un pilar fundamental en la obra de la UCI. Foto: Osmel Batista Tamarit
Solo quiero que seas… Mujer
Solo quiero que seas, quiero que existas, con altisonante presencia en la palabra Maravilla. Regocíjate en lo que eres, historia de un embeleso en brumas, 115 años después de aquel encuentro emancipador, pues se acopian en el alma de la flor la buena hija, sí; la madre, flexible y moderna, de dulces y exactas palabras, también. Con esa pose, hoy, justamente hoy, te deseamos un camino firme.
Descríbenos la esperanza. Expresa de ti, todo, desde los ancestrales valores en los cuentos de la abuela hasta esa libertad que empodera y dignifica. Deja, mujer, que de ti emane esa ternura tan única. Permite perpetua primavera a tu delicadeza y laboriosidad. Que vibren tus bonitos modales, entre tu arte culinario, productor de las más deliciosas emociones y tus novelescas sonrisas.
Que no escasean, en los fragmentos de tu aroma ni la fe, ni el crecimiento, ni la motivación, que entre una resiliencia y otra se argumenta. Nada le sobra a tu luz y así andas… con orgullo, con fuerza, exenta de las reticencias. Eres y seguirás siendo el brillo en la mirada ajena.
Como no serlo si regalas las concesiones pertinentes, tan llenas de vida, a pesar de las abreviaturas de aquellos pensamientos prolíficos en exclusiones; las miserias humanas de quienes viven sin sueños; la visceral indigencia del machismo femenino, que en los desnudos de las prisiones albergan el conformismo y someten a rendición tu majestuosa esencia. Representas ese Deber Ser en una realidad dominada por un Ser cuya miseria humana intenta apresar tu voz... los que no somos tú necesitamos emanciparnos.
Feliz sea toda aquella mujer que se acomoda en los retos, desafiando los obstáculos en el camino a las estrellas. Salud a ti, muchacha, señora, compañera, esposa, amiga, que romanceas sin cesar, inspirada por el resultado, con la sapiencia, la convicción y la voluntad. Deja volar todas las bendiciones que moran en tu espíritu creador. Al fin y al cabo, eres compromiso y victorias. Eres amor y belleza, sí. sudor y lágrimas, también eres...
Solo quiero que no dejes de ser los vivos colores de la emancipación y que trasciendas; que seas ese ser vivo tan singular y único sin esquemas previos, sin dogmáticas referencias. No eres un derecho a ser, tú eres el sujeto y el predicado. No la pobreza en determinaciones de un sufragio universal.
Eres lo prolijamente sutil en el reino de este mundo. Eres la gratitud de los sentidos y más aún de los sentimientos. No eres un día, no eres una fecha, no eres una celebración, a pesar de este 8 de Marzo, 115 años después. Eres lo sublime, eres Mujer.