El tesoro de la UCI, siete años después de su partida física
Daban las 10.29 horas de la noche cuando sucedió el percance. Todo ocurrió en un santiamén. La sonrisa se encogió como el caracol hasta asustar al mismo asombro. La mala noticia contristó hasta quienes dormían. El llanto. La negación. Todo un huracán de nostalgias estremeció entonces la Isla. Ya nada fue igual.
El 25 de noviembre de 2016, el General de Ejército Raúl Castro Ruz informó al pueblo y al mundo del fallecimiento del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz.
“Fue el día más triste de mi vida”, confesó el historiador de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), Severino Hernández Pita. El Teniente Coronel retirado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), rehúye radicalmente de tal recuerdo.
Siete años después de la partida física de Fidel, su pensamiento y presencia en la UCI, se constatan a diario.
Alrededor de 16 instantes rememoran la visión estratégica de Fidel con relación a esta Universidad de nuevo tipo que se hizo e inició en 106 días como a la velocidad de la luz.
Él pensó en todos los detalles del Proyecto Futuro. Ya antes de 2002 valoró las condiciones que existían en Cuba para crear la institución. Tanto fue así que en diciembre de ese año visitó la Base Lourdes acompañando al presidente ruso, Vladimir Putin.
Desde el 23 de marzo de 2002, el líder histórico de la Revolución Cubana expresó la idea de crear un centro de excelencia para la formación masiva de capital humano en la rama de la informática. Bogaban los tiempos de la Batalla de Ideas.
Cabe señalar que el 17 agosto de 2002 se firmó la vida y proyección futura de la Universidad. Fidel aprobó el nombre de nuestra alma mater en el Consejo de Estado.
Llegó entonces uno de los anhelos de aquellos que fueron escogidos por su talento, capacidad, voluntad y vocación para programar. El acto de inicio de las actividades académicas de la Universidad el 23 de septiembre de 2002, tocaba a las puertas.
Pero sin dudas y así lo consigna nuestro historiador, la visita que realizó Fidel a la Universidad el 12 de diciembre de 2002 resultó trascendental. Ese día declaró la UCI una escuela fundada y la definió como una Tropa de Futuro en presencia de la periodista norteamericana Andrea Michell.
En esa ocasión Fidel habló por primera y única vez a toda la comunidad universitaria conformada por los 208 estudiantes, más de 300 profesores y unos 100 trabajadores aproximadamente. El sitial fundacional, donde está la tarja de Martí, perpetúa hasta nuestros días la memoria de Fidel en nuestro centro.
Revelador resultó también el primer claustro de profesores el 29 de marzo de 2003, donde Fidel dialogó de forma entusiasta y transparente con el auditorio sobre la tarea de descubrir talentos.
Y no por menos significativo, Pita resalta en todo este bregar de la institución concebida como de experimentación pedagógica, la entrega a Fidel del carné de primer fundador de la UCI en la primera graduación acaecida en el Teatro Karl Marx el 19 de julio de 2003.
La prueba de fuego para la escuela fue ese primer curso, como lo auguró el Comandante. En su discurso ese día el oriundo de Birán, en Holguín, planteó la idea de la Universidad como un experimento pedagógico y cultural de excelencia, como el modelo a extender a todo el país y subrayó su convicción de que el dinero no puede conseguir lo que pueden las ideas y las conciencias
Quien considera a Fidel como el primer tesoro de la UCI, recordó la vorágine de la Misión Milagro en 2004, la contribución humanista de nuestros galenos y universidad, sobre todo, la presencia de Fidel en las clínicas y el diálogo que estableció con numerosos pacientes.
En el séptimo aniversario de la desaparición física de Fidel, sus enseñanzas conversan con nuestra comunidad universitaria como lo hizo siempre el visionario de la Sierra y el Moncada.
El mismo que encomendó a esta Tropa de Futuro, hace casi 21 años atrás, actuar siempre en interés del país y de la Revolución y que el espíritu de crear se convierta en una acción cotidiana. Evoquemos su legado así.