Un sueño de futuro: 23 de septiembre de 2002
Como un abrazo que nunca acaba, llegan a la comunidad universitaria este 23 de septiembre, las ideas, los sueños, los presagios y convicciones de Fidel.
Un 23 de septiembre, jóvenes y profesores de diferentes zonas del país, concretaron sus anhelos de estudio y compromiso con la Revolución, sobre todo con Fidel.
Ese día, en 2002, comenzaron las actividades académicas en la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), luego de peliagudas jornadas de trabajo, placidez e incondicionalidad.
Al quehacer de esa Tropa de Futuro que cimentó la obra que seguimos construyendo hoy, va dirigido por estos días, nuestro homenaje.
En la preparación de ese primer curso lectivo convergen las experiencias de muchos fundadores del Proyecto Futuro, como se le llamó inicialmente.
Desde encargos diferentes, pero de similar origen, José Luis Bencomo Atanay y Zoraida Fernández Guevara, narran cómo crecieron con la Universidad.
Al llegar a la UCI, el vicepresidente de la FEU en la Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte Loynaz” (UC) y sus homólogos de la Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona” (UCPEJV) y de la Universidad Tecnológica de La Habana “José Antonio Echeverría” (Cujae), tuvieron una gran encomienda.
“A nosotros, nos correspondió organizar las elecciones del secretariado de la FEU de las facultades”, cuenta Bencomo Atanay.
“Los 15 cuadros de la juventud que existían, provenientes de cada provincia, y Nely Morera Quintanal, como la presidenta, ya habían logrado hacer las elecciones a nivel de brigada. Lo único que existía cuando llegamos eran los jefes de brigadas”.
El estudiante de quinto año de Ciencias Farmacéuticas en 2002, hoy director de Servicios Generales en la UCI, sopesa las tareas que tuvieron mayor significado y que emprendieron desde la FEU.
En tal sentido, Bencomo resalta que realizaron la labor de organización en la Universidad, asumieron el cuidado de la cola del comedor, el intercambio diario con los estudiantes, la organización de la FEU y otras iniciativas como la entrega del carné en San Pedro.
“La FEU comenzaba su trabajo en las noches. A partir de las 6:30 y hasta las 11:00 p.m. hacíamos las reuniones de brigada y los consejos de la FEU. Así los estudiantes y los dirigentes podían concentrarse en la docencia sin interrumpir la docencia.
“La labor era muy fuerte. Les explicábamos cómo funcionaba la organización, qué era, cómo organizar un secretariado de la FEU, así como las formas de concebir las actividades”.
El joven camagüeyano junto a los demás líderes estudiantiles, se formaron como organizadores. Confiesa que los estudiantes los veían como protagonistas por la vasta experiencia que poseían en el trabajo de la FEU los tres vicepresidentes y la presidenta Nely.
Un común denominador tuvo ese período también para Zoraida Fernández Guevara: la disposición de hacer lo que hiciera falta, todo unidos.
Para esta camagüeyana, no resultó difícil decidir por la Universidad de Fidel, sino todo lo contrario. Zoraida sonríe. Entonces revela que siempre le gustó la aventura y “cuando digo sí, es sí; no me echo para atrás”.
“Llegué a la UCI como profesora de idioma inglés. Éramos 36 profesores que llegamos acá de las provincias para dar clases de esta asignatura.
No había miedo, dice, ni al fango ni a la lluvia, que era casi diaria. Íbamos a empezar a impartir el inglés a través de las computadoras en las aulas especializadas para ello. Lo que pasó fue, cuenta, que algunos estudiantes, no sabían encender una computadora.
“Como profesora guía tuve que enseñar a un grupo de mis estudiantes a encender las computadoras para poder trabajar”.
La también filóloga de profesión en Lengua rusa recuerda cuánta emoción veía en sus estudiantes cuando aprendían.
“Nosotros también teníamos que estudiar cómo preparar las clases, montarlas. Hacíamos carpeticas por las noches en los laboratorios. Todas llevaban las habilidades del habla, lectura, escritura y audición.
Del trabajo interesante que resultó todo este período junto a los estudiantes, Zoraida describe que durante la temporada ciclónica se convirtieron en tías.
“Nos pasábamos la noche en vela frente a los apartamentos de los estudiantes para evitar que, durante el paso del ciclón, se expusieran. Ahí le llevábamos todos los alimentos”.
Resalta la jovial teacher que “si hay algo que impactó en esta etapa inicial sin dudas fue la unidad entre estudiantes y profesores. Éramos una familia. Todos teníamos el mismo conocimiento del proyecto, las ganas de aprender.
“No solo teníamos la tarea de enseñar sino de hacer lo que hiciera falta. Fue muy bonito”.