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Estudiantes, reparadores de sueños y sillas de la Residencia 2.

Rescatan en residencia de la UCI sentido del alfarero

Tania García Torres |
28 de Abril de 2016 / 3:59 pm

Estudiantes, reparadores de sueños y sillas de la Residencia 2.

Para esta hora percibo algo singular en los muchachos de la UCI. Encuentro el sentido de su aparente rareza de restauradores.

 

Sospecho que el hábito de tirar al rincón de las telarañas todo lo que huela a roto o viejo, rutina observada en no pocas partes de Cuba y de esta ciudad universitaria, haga dudar a algunos de esa posibilidad.

 

Sin embargo, unos 19 estudiantes de la Residencia 2 han rescatado una costumbre que supone una pequeñez. Pero ayudar en el bien general, no resulta una nimiedad. Por el contrario, significa ser útiles.

 

Con un poco de ganas, de brazos guiados y dispuestos, nuestros muchachos pudieran hacer maravillas.

 

Los de la Residencia 2, que así lo corroboran, hace a penas poco tiempo, consagraron el Trabajo Socialmente Útil (TSU) al rescate de sillas deterioradas así como a la soldadura, lijado, pintura y montaje de sillas y burros para la ensambladura de minibares.

 

Ni las 214 sillas para el beneficio de los residentes de diferentes facultades, ni lo que representa el caudal de su inversión, se hubieran podido recuperar sin el embullo de los muchachos, avivado por un necesario, bien coordinado, y concluido TSU.

 

Esa decisión del joven informático que dirige dicha residencia y el veterano de masas, entre otros aglutinadores, demandó equilibrio entre organización, arrojo y estímulo.

 

Es muy probable que en ese aliento medie el convencimiento de que, una beca destruida no educa a nadie, mientras pueda participarse en su resguardo.

 

Quizás para irradiar hábitos reparadores en nuestro alrededor deba despertarse la arcilla como el alfarero moldea el barro una y otra vez hasta conseguir una vasija luminosa. En lenguaje recto, intuyo que la práctica del empeño exija fusionar ejemplo que movilice y funcionamiento colectivo, sin más sublime interés que el social.

 

Lo más difícil

 

Explica Alejandro Rodas Cueto, estudiante de la Facultad 1, que lo más difícil para acometer esta tarea fue la búsqueda de materiales, sobre todo de tornillos, porque estaban, como él describe “perdi´os”.

 

Ganas de hacer, menos pretextos y más conciencia

 

El artemiseño de la Residencia 2, sin embargo, cree posible que esa iniciativa de reparar las sillas utilizando materiales recuperados pueda lograrse en otras áreas.

 

“Solo hacen falta ganas de ‘hacer’ y menos ‘pretextos’, enfatiza Rodas cuando advierte que el procedimiento es el mismo. Haría falta también más conciencia, considera, para cuidar más lo que durante tantos años usamos en la beca.

 

Del paradero del fruto de tu esfuerzo a la satisfacción y viceversa

 

Apunta el joven Cueto que después de estas labores el estudiante debiera saber el paradero del fruto de su esfuerzo para que no desaparezcan los deseos de seguir contribuyendo. Sin embargo, Alejandro admite que cuando arregla algo para uso colectivo, no puede negar la “satisfacción” que siente.