Solo el punto de partida a nuevos retos
Gran atención a la formación pedagógica y a la superación de los profesionales, ha ganado la Educación Superior; pues las exigencias y los desafíos en el proceso de enseñanza, del mundo actual, así lo requiere. La UCI, en aras de solidificar a un claustro joven y hacer de nuestros investigadores entes efectivos, con notable incidencia en el mundo de la educación, la informática y las tecnologías, continúa haciendo viable la actividad postgraduada.
Nuestra era exige del esfuerzo cada vez mayor del ser humano: en el sentido de los saberes que pueden ser adquiridos constantemente. Febe Ángel Ciudad Ricardo, director del Centro de Innovación de la Calidad para la Educación (CICE), sabe bien que el conocimiento continúa siendo una virtud. Abrazarlo y socializarlo en todas sus dimensiones, es la intención de los que encontramos en todos -y en todo- una ruta para la comunicación y el saber. La constancia y la abnegación, caracterizan a este nuevo doctor en ciencias que suma la UCI a su claustro.
- El génesis de la trayectoria
- Tengo gratos recuerdos de mis estudios primarios relacionados con la ciencia, por supuesto, incipientes en aquel entonces. Siempre me gustó participar en concursos, eventos científicos y ferias expositivas, relacionadas en su mayoría con las ciencias exactas: matemática, física, química, biología, entre otras. Así, en los diferentes niveles educacionales. La universidad, sin dudas, me marcó mucho y también el colectivo de profesores que tuve en la Universidad de Holguín (UHOLM) -destacando Oscar Lucero Moya- y en la CUJAE, como siempre he reconocido. Ellos “moldearon casi a mano mis habilidades como investigador”.
“Participé siempre de forma muy activa en los fórum de ciencia y técnica, en las jornadas científicas estudiantiles y otros eventos nacionales e internacionales. La variable clave, en esta etapa, fue la participación en proyectos de investigación. En mi segundo año de estudios de Ingeniería Informática, fui seleccionado como programador y luego como arquitecto para la casa de software de la UHOLM, en el desarrollo de uno de los productos de la primera versión de la colección de software educativo “Multisaber”. Este trabajo me involucró por completo en mi carrera y me hizo estar muy contento de mi selección profesional. Fue tanta la fuerza de esa etapa, que hoy día todavía me mantengo trabajando en el software educativo y en todo lo relacionado con la Tecnología Educativa.”
- Como parte de estos 10 años
- Me parece que fue hace muy poco y en realidad ya han pasado 10 años, cuando nos reunieron a los estudiantes de Informática de la UHOLM, en las vacaciones del año 2003, y nos comunicaron la nueva misión que nos encomendaba el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Debíamos venir a La Habana a terminar la carrera en la CUJAE y formar parte del claustro de profesores de la UCI. Teníamos muchas preguntas, dudas, incertidumbre, éramos mucho más jóvenes que ahora, pero primero estaba la confianza en la dirección de la Revolución y el compromiso con la Patria. Asumimos la misión, casi que sin entender la magnitud de lo que se nos pedía.
“Dos meses después, yo ya estaba en los laboratorios del Docente 1 impartiendo clases de Macromedia Flash y Macromedia Director, en un curso optativo, a estudiantes de la Facultad 5. Al graduarme, fui de los seleccionados para quedarme como profesor y nos brindaron todas las posibilidades para nuestra superación. Terminé el adiestramiento en un año y solo a los tres años de graduarme ya estaba defendiendo la maestría en Informática Aplicada y formando parte de los primeros másteres que graduaba la UCI, junto a la primera graduación de la Universidad. Sentí un gran orgullo y ello me obligó a continuar mi superación. En el mes de noviembre del propio año 2007, ya estaba sentado en un aula de la Universidad de La Habana, comenzando los estudios curriculares del programa doctoral y acompañado por un esmerado colectivo de profesores de ambas instituciones.
“La UCI es una universidad joven, pero con un ímpetu muy grande y que, como digna casa de altos estudios de nuestro país, ofrece por igual las mismas posibilidades a todos. Es decisión de cada cual utilizar de forma eficiente y productiva el tiempo, en equilibrio con su vida personal y familiar, como jóvenes que somos. Una cosa no tiene razón de estar en contradicción con la otra.
- ¿Cómo describir un día de trabajo en la UCI?
- Un día de trabajo cotidiano, en la UCI, se puede resumir en tres palabras: esfuerzo, compromiso y entrega. Esfuerzo porque es necesario utilizar muchas horas en el estudio y la actualización científica, para poder hacer las tareas asignadas con calidad y que ciertamente aporten al colectivo en el que se trabaja. Compromiso por que no es posible cumplir las tareas, por simples que puedan parecer, sin entender lo que implican para la Universidad y el país. Siempre tengo presente que las grandes cosas, no se hacen de golpe: lo veo como una escalera que se sube a peldaños, poco a poco. Entrega, porque nuestra sociedad lo necesita y porque lo siento como profesional. No es posible disfrutar los resultados, si no se implica uno en las tareas y trabaja arduamente.
“La UCI es dinamismo, cumplimiento de tareas de choque, soluciones a problemas apremiantes de nuestra sociedad y de países hermanos; y lo fundamental, está concebida para la formación de los futuros ingenieros que, por ley, deberán ser mucho mejores que nosotros. Y es que como jóvenes de estos tiempos, tenemos que estar a tono con el presente, sin perder de vista el porvenir: siendo planificados, profesionales, profundos y científicos.
- Luego del esfuerzo y la constancia: el (los) compromiso (s) que implica (n) un grado científico
- Tengo que admitir que solo después de la defensa doctoral he reconocido que el proceso comenzó 30 años atrás. Todos y cada uno de los niveles de enseñanza, aportaron su cuota al desarrollo más cercano de habilidades profesionales que me permitieron llegar a este escalón de estudios. Es cierto que la etapa universitaria, la propia UCI y la Universidad de La Habana (instituciones que me posibilitaron formarme, finalmente, como doctor) contribuyeron mucho, pero más bien culminaron esa etapa en el proceso de formación doctoral.
“El proceso fue duro, exigente, con momentos en los que pensé que no llegaría al final. Alegrías y tristezas: definirían el andar. Los talleres de discusión científica, las sesiones de revisión de las publicaciones, los encuentros para debatir lo escrito en la tesis y los actos preparatorios aquí en la UCI, fueron determinantes. Mis tutoras y los “profes” doctores: no perdonaron nunca una falta, fueron “duros” en los criterios y la exigencia se notó siempre. Pero a la vez, siempre ofrecieron soluciones, sugerencias, lo que debíamos valorar y nos orientaron en el camino a seguir. Sus experiencias y consejos: muy útiles indudablemente.
“Soy del criterio que el poseer el grado científico de doctor, en una determinada ciencia, no te hace ni superior, ni mejor que otro compañero o compañera de trabajo: solo lo has logrado primero, algo que los demás en nuestro sistema social también pueden conseguir. Eso forma parte de la modestia, que es uno de los valores que debe caracterizar a todo investigador revolucionario.
“Lo segundo, muy relacionado con esa modestia, sería el desinterés. Los resultados alcanzados, son fruto del trabajo de muchas otras personas que ayudan al aspirante en su formación, por lo tanto sería un acto muy denigrante el adjudicarse el logro sin reconocer el apoyo y la consagración de muchos otros. Forma parte también de ese desinterés, el no esperar o exigir inapropiadamente retribuciones materiales de ningún tipo o tratamientos especiales sobredimensionados; que no sean aquellos que, libre y espontáneamente, te ofrezcan los demás como resultado del respeto ganado en la comunidad científica, por el esfuerzo y los resultados investigativos.
“Lo tercero que debe caracterizar a quien ya cuenta con este grado científico es el compromiso de contribuir a la formación de otros y de mantenerse actualizado científicamente y en superación constante, para ayudar en la solución de los problemas que sean pertinentes y factibles para la sociedad a la cual servimos. Esto permitirá a la Revolución y a nuestro sistema socialista mantenerse, consolidarse y avanzar progresivamente.
“Para mí en particular, obtener el grado científico de Doctor en Ciencias de la Educación, significa un gran reto. Trabajo en un colectivo donde me acompañan seis doctores en ciencias, con reconocida experiencia y profesionalidad. Ese entorno exige de mí estar a la altura de esos doctores, lo cual es muy complejo y agotador, realmente. Al mismo tiempo, desde el punto de vista social y científico, todos los que te conocen, los estudiantes de pre y postgrado, la familia, los amigos y otros doctores que participaron en tu formación, esperan que -a partir de ser doctor- comiences a demostrarlo aún más. Por eso, como muchos otros títulos, el problema no es obtenerlo, sino mantenerlo y confirmar que ciertamente te lo merecías. Eso obliga a estar en constante superación y actualización científica. Decirlo a veces da miedo, hacerlo es incluso inquietante y no menor la incertidumbre que genera; pero parafraseando a nuestro José Martí, no podemos ser flojos, debemos ser grandes e ir adelante, pues esta es una obra de gigantes.
“Así, en suma, cuando preguntas por mis aspiraciones, creo que responder me resulta mucho más difícil que todas las interrogantes que me hicieron en la propia defensa doctoral. No obstante, créeme que me he descubierto más de una vez.
“Entre las prioridades figura, primero que cualquier otra cosa, ayudar a mis compañeros del programa doctoral a lograr su defensa; cuestión esta que me toca directamente ahora por la nueva responsabilidad administrativa que me han asignado.
“Tengo como reto personal, a corto plazo, convertir en un “intento” de libro mis resultados investigativos, para así socializarlos con más detalle y profundidad que en la tesis doctoral; que está enmarcada por un conjunto de normativas, que no te permiten en muchas ocasiones ser más explícito o extenderte en análisis científicos.
“Lo tercero, es contribuir -en trabajo de equipo con otros investigadores- a responder preguntas que pueden parecer sencillas, pero no lo son, como: ¿de qué forma integrar, eficientemente, la academia con la producción en la industria de software?, que es una problemática medular para el éxito de nuestra Universidad y también: ¿cómo lograrlo con el uso efectivo de las TIC?
“Por último -y la mayor de todas las aspiraciones- poder satisfacer en el ejercicio diario de mis tareas profesionales, las expectativas de mis estudiantes, compañeros de trabajo y doctores que me formaron. Espero, con perseverancia, constancia y entrega, lograrlas todas. El tiempo es limitado, pero creo que con el deseo y el apoyo de otros, como siempre, podré lograrlo.
- ¿Qué pudiera transmitirles o recomendarles a las nuevas generaciones de informáticos que se forman en las aulas?
- La ingeniería en sentido general es una profesión de retos constantes y de aplicación de la tecnología en la solución de los problemas de la humanidad. Por lo tanto, cualquier problema a solucionar, siempre será un reto científico. Lo primero que les sugiero es que hay que enfrentar la solución a los problemas siempre con una doble intención: la de producir un software que de forma concreta solucione el problema, pero a la vez hacerlo de forma científica, con el uso del método científico para que el resultado tenga actualidad, calidad y perspectiva de evolución. Lo segundo que pudiera sugerir, es algo en lo que he insistido: entrega, compromiso y perseverancia. Se necesita estudiar, leer, profundizar, estar actualizado, discutir científicamente, indagar, buscar respuestas, lanzarse a lo imposible, confiar en las capacidades colectivas y trabajar en equipos multidisciplinarios. No se puede perder un minuto. Ahí están las claves del éxito.