Para que el cielo no se nos ponga GRIS
En los últimos tiempos, afectando la historia del mundo, los problemas relacionados con la degradación del medio ambiente se han presentado comunes a todos los países del globo terráqueo. Más allá de la alta inflación, la deuda externa excesiva o el estancamiento de las economías: urge la vida… y el peligro es inminente.
No por gusto, en 1972, teniendo por escenario la Asamblea General de la ONU, líderes del mundo, personalidades y otros activistas, reconocieron la necesidad de revisar la situación, proclamando el 5 de junio como Día Mundial del Medio Ambiente.
Esta fecha, considerada por muchos como el más importante evento en el calendario ambiental, estimula la acción por parte de las autoridades gubernamentales, las personas, los organismos no gubernamentales, las comunidades y los grupos juveniles, las empresas, las industrias y los medios de difusión, para mejorar o preservar su entorno, incluyendo campañas de limpieza, siembra de árboles, maratones en las calles, exhibiciones, conciertos con motivos ecológicos, concursos de pintura y fotografía, reciclado, entre otras muchas actividades.
Toda ocasión es singular a la hora de tomar compromisos serios que conduzcan al establecimiento de estructuras permanentes en favor del medio ambiente.
El encuentro de 1972 marcó un hito en la larga lucha por transmitir a la comunidad mundial la verdadera dimensión de la crisis ecológica a que se enfrentaría el hombre. No hay dudas de que allí el ser humano dio un poderoso paso hacia la comprensión de cómo y por qué el progreso futuro debía y debe estar indisolublemente ligado a políticas diseñadas para proteger el medio y administrar con sensatez nuestros recursos naturales.
Pero la Tierra continúa sufriendo las constantes catástrofes de los desentendidos, y aunque muchos países, grupos medioambientalistas y simpatizantes de Gea han desplegado acciones en favor de su preservación, aún no son suficientes.
Reflexionemos: es una necesidad ética, ante todo, asumir cierta responsabilidad de pensamiento que tenga por misión poner fin a la agonía de los ecosistemas.
La creciente degradación de las condiciones naturales, los riesgos para la existencia humana, la amenaza de un cataclismo ecológico producto de los daños al suelo, la contaminación del agua y el aire, la deforestación, la explosión demográfica, entre otros tantos; reclaman soluciones universales.
“Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro (…). Hágase más racional la vida humana (…). Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre (…).
"Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cese la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo” .(discurso pronunciado en Río de Janeiro por el Comandante en jefe Fidel Castro, en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, el 12 de junio de 1992).