Un juego de embriaguez donde sus ganadores pierden
Una de las festividades en el mundo que atrae infinidad de personas es el Festival de la cerveza.
Algunos países de nuestra América celebran las denominadas competencias de cerveza, como México, Colombia, Perú, Venezuela y Puerto Rico (la segunda más grande del mundo).Según sus organizadores, estas persiguen, entre otros objetivos, reconocer y premiar la calidad de una determinada bebida alcohólica. El dinero poco parece importar.
Alemania es uno de los países patrocinadores del consumo de alcohol con la sábana de tradición o lo que considero, “el antro del alcoholismo”. Desde hace más de 200 años en Múnich, Alemania, se celebra la competencia mundial de bebedores de cerveza que cautiva cada vez a más adictos.
Dos ejemplos. Los fabricantes de cerveza y patrocinadores de organismos, amparados en la industria de la publicidad, dígase de marcas, de ventas y cuanto aparato “envuelva”, no pierden la oportunidad para intensificar todas sus mañas y estrategias en la conquista de un consumidor: el más goloso e ingenuo, en un principio.
Lo cierto es que son toda una fiesta. Son todo un carnaval de jóvenes embriagados.
Este “entretenimiento” modifica la conducta del bebedor. Lo más triste es que luego de unos minutos o varias horas, no pocas personas, quedan ahogados en el alcohol.
Se convierten en un juego de embriaguez donde sus ganadores pierden el control de sus actos y van perdiendo a sus amigos, la familia, la sonrisa, la autoestima, la vida. Entonces ¿vale la pena o no, regularnos el bienestar y la diversión?
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En Alemania se encuentran los principales bebedores y productores de cervezas del mundo, consumiendo 137 litros per cápita. Cada año se sirven casi 7 millones de litros de cerveza.
Se calcula que el uso nocivo del alcohol causa cada año 2,5 millones de muertes, y una proporción considerable de ellas corresponde a personas jóvenes. El consumo de bebidas alcohólicas ocupa el tercer lugar entre los principales factores de riesgo de mala salud en el mundo.
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