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Niemeyer por siempre en la UCI (+ Fotos)

Chavdar Ferrer Sandoval |
29 de Enero de 2013 / 9:00 am

Con la noche helada como telón de fondo y las curvas de acero vestidas de color sangre quedaba atrapada la vista. Era como si un niño travieso hubiera dibujado en el aire, apenas sin levantar su lápiz gigante, la figura de un monstruoso animal soltando lengüetas de fuego contra el hombre más humilde de la Tierra. Un hombre que tan solo tiene entre sus manos, para defenderse, una bandera: la nuestra.

Fue el regalo que el gran arquitecto y revolucionario brasileño Oscar Niemeyer (Río de Janeiro, 1907-2012) hiciera a nuestro máximo líder y que quedara inaugurado, en nuestra casa de altos estudios, el 28 de enero de 2008.

La idea surgió cuando a inicios de los noventa del pasado siglo, el artista confesó su deseo de regalar a Fidel una obra que reflejara la resistencia de Cuba ante el poderío imperial.

El anhelo del creador comenzó a tomar forma en el año 2003, y en el 2006 el Comandante en Jefe propuso que la escultura tuviera como destino a la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI). Como el gran arquitecto le tenía fobia (según confesiones propias) a los aviones, una delegación cubana viajó hasta su casa en Brasilia para ver los detalles de la plaza que estaba por nacer.

La metáfora de Goliat contra David se hacía realidad naciendo desde un espejo de agua, hacia lo infinito del cielo.

Con razón en el acto inaugural de la Plaza Niemeyer que tuvo lugar la noche del 28 de enero de 2008, el ministro de Cultura, en aquel momento,  Abel Prieto, expresó que el conjunto escultórico hablaba de resistencia, lucidez, ética y dignidad. Porque la historia que había detrás de la nueva obra, sumada al patrimonio artístico de la universidad del futuro, aludía a las luchas y a los anhelos de hombres como Martí, Fidel, Niemeyer, cuya fe en la solidaridad es inconmensurable.

El acto, que se hizo acompañar de danza y música exquisitas —cerró en punto muy alto con fragmentos de la Misa Cubana a la Caridad del Cobre, de José María Vitier—, fue un momento inolvidable que, escrito en la historia de esta Universidad, también pasó a formar parte de uno de los hechos más hermosos, emotivos e inolvidables de nuestra historia patria.

Importantes fueron además las hermosas palabras pronunciadas en la velada por el destacado intelectual brasileño Frei Betto, quien confesó que “era una gracia, un privilegio” ser contemporáneos de Niemeyer, resaltando, además, dos cualidades del infatigable comunista: su coherencia revolucionaria y su humildad.